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NETI...NETI, O (EL ARTE DE) LA ANULACIÓN DE CONTRARIOS COMO ACCESO A LA
VERDAD
GABRIEL SANTAMARINA
(TEXTO CURATORIAL PARA LA EXPOSICIÓN MULTIDISCIPLINARIA “NETI...NETI”, QUE
SE INAUGURARÁ EL 19 DE JULIO DEL 2002 EN EL SALÓN MEXICO, CARRERA DE SAN
JERÓNIMO, 46, MADRID)
No puede llamársele vacío o no vacío.
O ambos o ninguno;
Pero para señalarle
se le llama "el vacío"
Nagarajuna
¿De qué manera demostrar mediante la obra de arte que la
dualidad de la creación es pura ilusión? Empezaré mi argumentación
apoyándome en Schelling, cuando dice que todos los polos contrarios
(sujeto-objeto, naturaleza-espíritu, real-irreal) son abolidos en el
Absoluto. Este ejercicio de anulación de la dualidad como medio para acceder
a la Verdad la encuentro una y otra vez en la obra de maestros, santos y
filósofos, "iniciados" o no, de oriente y occidente. En su día, Schelling
también le recordó al mundo el papel original del arte: "lo Absoluto puede
ser experimentable en la intuición intelectual, pero sobre todo en la obra
de arte, lo único verdadero y documento eterno de la filosofía" (1).
Misteriosa paradoja es entonces el arte, al ser la manifestación
más pura del espíritu humano, pero materia al fin y al cabo. Es precisamente
por eso que funciona como instrumento eficaz para combatir la ilusión del
mundo fenoménico, es decir, la ilusión que nos lleva a juzgar tan a menudo
en base a una dialéctica efímera, -causa en cierta medida de la larga
cuarentena que ha sufrido nuestro planeta. Arte inútil para el aberrante
materialismo, pero masificado y vulgarizado en occidente a partir del siglo
XX hasta el grado de convertirse en necesidad de la “burguesía”, sedienta de
entretenimiento para llenar el vacío que la aqueja. Ironías que se vuelven
pruebas irrefutables de que, de todas las actividades humanas, es el arte la
que revela más fielmente la “trágica-pero-divina” experiencia del existir y
de reconocerse parte del espíritu que permea la totalidad. Pruebas
fehacientes de que la dualidad aparente ha de ser disuelta.
A pesar de que Dios abarca la totalidad de su creación, más allá
de los impensables universos en gestación, ninguno de los objetos de la
creación es Dios (“No es cuestión de creer sino de confiar: Dios es oscuro”,
dice Joao Cesar Monteiro). Ni siquiera el sol, ni las estrellas, ni la mente
universal, ni los mundos futuros o paralelos. A eso se refiere la expresión
sánscrita "Neti...Neti", (ni esto, ni eso), y mi criterio al seleccionar las
piezas de pintura, grabado, escultura y video que integran esta exposición
fue ilustrar tal concepto tomado de los Upanishads (textos sagrados
hindúes).
Fue el maestro Huston Smith quien nos mostrara el poder de ésta
ecuación lógica: "La única descripción literalmente precisa del Impenetrable
de la cual es capaz la mente común es "neti...neti", no esto...no esto. Si
usted puede recorrer el universo, a lo largo y a lo ancho, diciendo "no
esto...no esto" a todo lo que ve y concibe, lo que quede será Dios.
(Equivalentes occidentales a esta "vía negativa", el camino hacia Dios a
través de la negación radical, se encuentra en escritos de la mayoría de los
grandes místicos y teólogos. En San Bernardo "nescio, nescio", en Angela de
Foligno, cuando dice: "¡No esto! ¡Ni esto! Yo blasfemo", mientras lucha por
poner en palabras su agobiante experiencia de Dios, y en San Gregorio , que
dice: "Entonces sólo hay verdad en lo que sabemos respecto de Dios cuando
llegamos a sentir que no podemos saber nada respecto de Él". Y en Meister
Eckhart, que insiste en que Dios debe ser amado "no como Dios, ni como
espíritu, ni como persona, ni como imagen, sino sólo ser amado como Él es,
un simple y puro Unico absoluto, apartado de todo dualismo, y en quien
debemos sumirnos eternamente pasando de la nada a la nada... Según lo
formulara Spinoza, la naturaleza de Dios se parece a nuestras palabras tanto
como se parece una estrella del Can Mayor a un perro..." (2)
El maestro visionario Rudolf Steiner, durante su conferencia
sobre el Tomismo en 1920, señaló que: "La experiencia del Uno"... era para
Plotino algo inalcanzable por medio de conceptos, por el sólo hecho de que
(tal experiencia) está por encima de los conceptos, y únicamente puede ser
alcanzada si uno se hunde a sí mismo en el propio ser interior despojado de
conceptos." (3)
Tal negación a la razón profana adoptada por Plotino como medio
para acceder al conocimiento de la Verdad (el cual, según Steiner
"desarrollara y superara mejor que nadie la genuina filosofía platónica") es
común a todas las tradiciones iniciáticas del planeta. En la India,
"Neti...neti" ha sido durante milenios una técnica eficaz para alcanzar el
conocimiento de la Verdad, descartando todo lo que es ilusión hasta llegar a
lo verdadero, y a partir de ello, me resultó útil para nombrar de alguna
forma la paradoja que quise desplegar en ésta muestra, para lo cual he
recurrido a citar a algunas de las lúcidas mentes que nos lo han recordado.
Dice el autor de los Upanishads:
"...¿Qué apariencia tiene la persona (el alma)? Como una túnica
color del azafrán, como la lana blanca, como el cochinillo, como la llama
del fuego, como el loto blanco, como el relámpago que súbitamente desgarra
los cielos. Así pues, quien conoce esto alcanza la gloria suprema. Luego
sigue la enseñanza (de Brahma) por medio de "¡No, no!", pues no hay nada más
elevado que esto. Si uno dice: "Esto es ilusión, esto no es la verdad",
acaba alcanzando la Verdad de las Verdades." (4)
Trasladando dicha ecuación a las artes visuales, encontré en
cada pieza de éstos artistas mexicanos diversas excursiones en torno a los
vislumbres de lo sagrado, teniendo en cuenta la imposibilidad de definirla
en términos humanos. Salvador Luna, en su pinturas de acrílico sobre tela y
papel, utiliza símbolos como el huevo o versiones personales del símbolo del
infinito, y muestra umbrales que conducen a otros estadios, otras
dimensiones, mismas que implican la disolución del ego y de lo establecido
en la mente humana. "A la caza de corazones" presenta un hombre en feliz
huida hacia esos umbrales de luz, o de vacío, aunque en realidad el absoluto
está totalmente vacío de toda elaboración conceptual, así que incluso las
ideas de "luz infinita" o de "vacío" carecen de validez en este caso.
Semidesnudo, -en proceso de desnudarse del todo-, el hombre lleva gafas para
protegerse de esa luz enceguecedora; le llegará el momento en que no las
necesite, ya que formará parte de ella, y perderá consciencia de distinción
entre "lo uno" y "lo otro". "Puerta" presenta otra vez el símbolo del umbral
como algo que es necesario franquear tarde o tempramo hacia la disolución de
las ilusiones, así como "Carnaval" y "Trazos en el cielo", donde la
abstracción pura se presenta como el último peldaño hacia el absoluto.
Experiencia inefable, inenarrable, más allá de toda palabra.
Nizza Dovani presenta en su pintura titulada "El Muro" la
obscuridad viva pero enmarcada aún en nuestros conceptos, de donde emergen
unas manos que nosinvitan a disolverse en ella. La tiniebla parece demandar
"reintégrate a mí, soy tu origen y a mí regresarás..." Más allá del marco,
fantasmagorías de la ilusión evanescente que significa el concebirse como
dual, fenómenos ilusorios (rostros de gente que creíamos conocer, mundos que
creíamos abarcar pero que se desmoronan, cuerpos celestes de futura
gestación...) en constante transformación, a partir de los cuales nos es
imposible crear una idea fija de lo que el Absoluto en sí. Tal como observó
Bataille: "Si yo dijese decididamente: "He visto a Dios", lo que veo
cambiaría. En lugar de lo desconocido inconcebible -salvajemente libre ante
mí, dejándome ante él salvaje y libre- habría un objeto muerto y la cosa del
teólogo -a lo que lo desconocido estaría sometido, pues, bajo la especie de
Dios, lo desconocido oscuro que el éxtasis revela está "esclavizado a
esclavizarme" (el hecho de que un teólogo haga saltar después el marco es
inútil; éste no es, para la experiencia, sino una presuposición a
rechazar)(5). La pieza de Dovani resulta inquietante porque sugiere que
estamos sustentados en una ilusión de la cual no podemos esperar que nos dé
la felicidad permanente: es necesario ver más allá, detrás de la oscuridad,
de la luz infinita, y fundirnos sin consciencia en el absoluto
impenetrable...
La aseveración de Dionisio Areopagita "Los que por el cese
íntimo de toda operación intelectual entran en unión íntima con la inefable
luz... no hablan de Dios más que por negación" (6) parece estar en perfecto
acuerdo con el pensamiento del atormentado Wittgenstein, cuando observa
-como fundamento de toda su filosofía- que no podemos hacer ninguna
afirmación válida acerca de la realidad en su conjunto debido a que no hay
ningún lugar fuera de ella desde el cual se pueda tomar una perspectiva para
describirla: "Aquello de lo que no podemos hablar sólo puede ser señalado",
afirma lapidario el filósofo. Así de inasible ha de ser el arte abstracto,
en particular el de Gerardo Santamarina, ofreciéndonos sanguinas y mixtas
sobre papel con paisajes metafísicos que anulan toda categorización:
arquitectura imposible, de reflejos que se multiplican hasta el infinito,
plegándose y desplegándose con una elasticidad y una velocidad que rebasa al
entendimiento racional: en “Horizontes”, el color se refracta, se fragmenta
después en luz pasajera, mientras que sus “Hemisferios” lumínicos se
derriten en oscuridad, misma que oculta celosa una luz, caleidoscópica y
sacra, perteneciente a los posibles futuros: hoy no, quizás mañana... El
color que vemos es engañoso, la luz no es lo que revela, y la oscuridad
promete luces de eterna plenitud -aunque no hay que esperar nada excepto un
“Silencio” omnisciente, ya que de lo contrario estaríamos traicionando la
existencia con vanas expectativas-. Recurro de nuevo a Bataille: "Así sucede
desde el momento en que es la experiencia la que revela y no la
presuposición (a tal punto que, a los ojos del mismo, la luz es “rayo de
tinieblas”)." (7) Ese rayo que se despliega en la obra de Santamarina,
dejando a su paso ecos de Meister Eckhart cuando declara: "Dios es la
nada".(8)
La esencia es siempre volátil en su manifestación. Cuando
queremos aplicarle una disección para comprenderla mejor, nos escapa de las
manos. Estando inmersos en el todo, por lo que nos es imposible separarnos
de él para quererlo abarcar con conceptos de naturaleza limitada. Vania
Velázquez, en su serie de puntasecas llamada "Lluvia", sugiere que la
realidad está cubierta por el velo de nuestra mente -puente indispensable
para la manifestación del espíritu, es verdad, pero obstáculo infranqueable
cuando se prentende usarla para la comprensión de lo que está más allá de
nuestro alcance- que nos dicta en secreto que la esencia de la lluvia, y la
de toda el agua del universo, se encuentra oculta en la gota más diminuta,
pero...¡silencio absoluto!, ya que una palabra derrumba todo lo que hayamos
podido construir en nuestra efímera mente. La tradición sufi señala tal
imposibilidad: "Cuando Ibn al-'Arabi habla sobre la Esencia como tal,
mantiene la visión de la incomparabilidad de Dios. En ese sentido, hay muy
poco que uno pueda decir sobre Dios, excepto para negar ("salb") los
atributos de las cosas creadas a partir de Él. (9) Así es como la lluvia le
sirve a Vania Velázquez para representar el velo de ilusión que nos impide
ver la realidad tal como es. La lluvia se reduce a una abstracción
relacionada íntimamente con lo inasible de lo sagrado. Buscar atributos
incluso para definir la sencillez de un aguacero es violar la pureza de su
esencia. Y si eso nos ocurre con un fenómeno tan cotidiano como es la
lluvia, ¿qué podríamos decir de lo divino, de lo incognoscible? Como observó
Ibn al-'Arabi: "Uno viene a saber que hay alguien que no puede ser conocido:
La ausencia de señal es una señal, ya que Él se distingue de sus criaturas
mediante la negación de atributos (salb), no la afirmación ("ithbat")." (10)
Hay que recordar que Ibn al-‘Arabi era un gnóstico, es decir, alguien que
“poseía” y transmitía el conocimiento de lo divino.
La serie de grabados inspirados en la lucha libre llamada
“Sombras de Plata” de Demian Flores establece en su sentido profundo que el
enfrentamiento de contrarios se anula ante el absoluto. Los adversarios,
encarnando la dualidad de la manifestación, se enfrentan en el “ring” o
“lona”de la existencia material, y buscando la victoria, sin notarlo
siquiera, se funden en la unidad que los contiene. Cuando lleguen a darse
cuenta de ello y quieran retroceder a su cómoda fragmentación individual,
será ya demasiado tarde (es impensable, ya que nunca hubo la posibilidad
para ello). Con éstas piezas, Demian me remite a la frase de Huei-Neng
(Sexto Patriarca Zen):
“Cuando no se tienen pensamientos falsos ni justos
lo único que queda es la pureza transparente” (11)
postura que a su vez se relaciona con la ataraxia o imperturbabilidad de los
estoicos, primer paso hacia esa experiencia de negación visionaria. La
adversidad se anula, (en todo caso, a quien hay que vencer es a uno mismo)
debido a que el enemigo más temible es en realidad guardián del umbral que
tenemos que atravesar con inminencia, y por lo tanto se transmuta en
benefactor. Si integramos la adversidad a nosotros mismos en vez de
rechazarla, podremos vencerla.
En las monotipias de Marcelo Balzaretti hallamos de nuevo esa
reflexión en torno a la idea distorsionada que tenemos de los sagrado. Él
utilizó la parábola del "Cordero de Dios" para expresar la ilusión en la que
estamos presos, en lo relativo a la distinción entre lo sagrado y lo
profano. La naturaleza humana se disuelve en manchas como pieles animales,
el concepto de un Dios pasa de ser antropomorfo a zoomorfo, y de regreso.
Después de eso experimentaremos felizmente la disolución total del ser. Dios
no es lo que leímos en los libros, tampoco lo que hemos estado imaginando
hasta ahora. No es un hombre, no es Dios, y sin embargo es las dos cosas a
la vez: cuerpo y sangre que devoran en un fuego revitalizante de acuerdo a
misterio ante el cual "todas las palabras retroceden". "Rajad una pieza de
madera: ahí estoy yo; levantad una piedra y ahí me encontraréis", dice
Cristo según el apócrifo Evangelio según Santo Tomás. En su "Sacrificio de
Abraham", Balzaretti juega con esta paradoja y cuestiona la verdadera
naturaleza de Dios. Su planteamiento hace resonar de nuevo a Meister Eckhart
en su referencia a la frase de San Lucas a propósito de San Pablo: "Saulo se
levantó del suelo y, con los ojos abiertos, nada veía" (Hechos 9, 8): "...la
luz, que es Dios , no tiene mezcla alguna; ninguna mezcla penetra (en ella).
Fue una señal de que (Pablo) veía la verdadera luz, que es nada. Con la luz
no quiere decir otra cosa que, con los ojos abiertos, nada veía. Por el
hecho de que nada veía, veía la nada divina...A Dios hay que tomarlo en
tanto que "modo sin modo" y en tanto que "ser sin ser", pues no tiene ningún
modo. Por eso dice San Bernardo: "Quien a ti, Dios, quiera conocerte, debe
medirte sin medida". Rogamos a Dios que podamos alcanzar aquel conocimiento
que es absolutamente sin modo y sin medida." (12) Con su “Cabeza”, pieza
tridimensional y estampada sobre papel, Balzaretti nos muestra la
ambivalencia de lo que creemos real, sugiriéndonos precaución en el momento
de entregarnos a ideas preconcebidas, consideradas por lapor la
(“profana”)cultura como sacrosantas e intocables. Hay que recordar que
nuestro entendimiento de la “realidad” se encuentra restringido por nuestro
propio ego, y que somos capaces de trascenderlo.
La pieza en video de Margarita Meza es una meditación anecdótica
en torno a la muerte, titulada “Espero que sea...” En ella, la luz difusa y
lejana de esa temida transición, se pierde en un velo de humos acuosos que
son como emanaciones mentales que nos apartan momentáneamente de la visión
de la Verdad, ya que la ilusión de nuestra larga vida es seguramente un
efímero instante. La muerte es sólo un sueño de transición, se nos dice,
pero en nuestra cultura occidental fuimos religiosamente entrenados para
apartarla en lo posible de nuestra consciencia, instruidos para huir de ella
(a diferencia de lo enseñado en las escuelas del México prehispánico, en
donde desde la infancia se aprendía a convivir con ella), y casi la hemos
despojado así de toda connotación sagrada. Por ahí es que la idea que
tenemos de la muerte está íntimamente ligada con nuestro distorsionado
concepto de la naturaleza de lo divino. Decía Jacobo Boehme: "La Sabiduría
de Dios no puede ser (d)escrita porque es infinita, sin número ni
comprensión; la conocemos sólo en parte. Y aunque en realidad sepamos mucho
más, la lengua humana no puede alcanzar la altura necesaria para declararlo;
sólo usa palabras de éste mundo y no palabras del mundo interior, aunque la
mente las retenga en el hombre interior". (13) Es decir, ni la muerte ni lo
sagrado pueden ser definidos con conceptos mundanos, debido no a su
complejidad, sino precisamente por estar demasiado cercanos a nosotros como
para poder separarnos de ellos y definirlos. La nada, la muerte y la luz
divina se vuelven equivalentes, cada vez más idénticos...
Por lo tanto, ni otro, ni yo. Despojémonos de toda idea
preconcebida, como una catarsis para desechar todas las ilusiones que nos ha
impuesto una civilización equivocada, en lento proceso de despertar.
Purificarse con el bálsamo de la Nada, sugiere Ricardo Rendón en su pieza en
video llamada “Purificación”. Casi una obsesión por ser disuelto en el mar
invisible... “Ex nihilo nihil”: De la nada, nada. Para conseguir la pureza
del ser, hay que regresar a la nada de la que partimos, Vacío que nos atrae
con una fuerza brutal e irresistible, y al mismo tiempo, cataclismo de
dulzura maternal, antes de continuar en nuestro camino eterno.
"El corazón y la mente de este hombre en la penumbra
en cualquier lugar para mí el más familiar-
desde hace mucho ¡maravilloso misterio!
ni yo ni otro."(14)
¿Y qué quedará cuando la purificación se haya consumado? ¿Cuando
no haya más qué desechar? ¿Nada más de qué despojarnos? ¿Amor puro, sin
sujeto ni objeto?
"Ahora que soy sordo
puedo oír claramente
el sonido del rocío."(15)
NOTAS:
(1) Schelling,”System of Transcendental Philosophy”, en System of
Trascendental Idealism (1800), Charlottesville, University Press of
Virginia, 1978, Part I-3, Section I (Trad. Gabriel Santamarina).
(2) Smith, Huston, "Las Religiones del Mundo", Ed. Kairós, Barcelona,
2000.
(3) Steiner, Rudolf, "Thomas and Augustine", en "The Redemption of
Thinking, A Study in the Philosophy of Thomas Aquinas", Hodder and
Stoughton, London 1956. (Trad.: G. Santamarina)
(4) Brihadaranyaka Upanishad, segundo adhaya, tercer brahamana,
versión de Editorial
Edicomunicación, Barcelona, 1988. (Trad.: Carlos Vallcorba)
(5) Bataille, Georges, "La Experiencia Interior", Taurus Ediciones,
Madrid, 1989.
(6) Dionisio Areopagita, "Los Nombres Divinos" I, 5, (citado por
Bataille, op. cit.)
(7) Bataille, op.cit.
(8) Citado en Bataille, op.cit.
(9) Chittick, William, "The Sufi Path of Knowledge: Ibn al-'Arabi's
Methaphysics of Imagination",
State University of New York Press, New York, 1989. (Trad.: G.
Santamarina).
(10) Ibn al-'Arabi, "Futuhat", (II 472.35), citado en Chittick,
op.cit.
(11) Huei-Neng, en "Vida y Enseñanza de Huei Neng, Según el Sutra de
las Piedras Preciosas", Luis Cárcamo, Editor, Madrid, 1985.
(12) Eckhart, "El Fruto de la Nada", Ed. Siruela, Madrid, 1998.
(13) Boehme, Jacobo, "Confesiones", Ed. Kier, Buenos Aires, 1982.
(14) Gasan Joseki, citado por Nishitani, Keiji, "La Religión y la
Nada", Ed. Siruela, Madrid, 1999.
(15) Anónimo, citado por Nishitani, op.cit.
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